Ante mi vagancia para escribir en estas últimas semanas,Germán Magide me salva y se descuelga con una auténtica joya histórica en blanco y negro:Alumni AC,el primer gran equipo argentino en los albores de este deporte.Disfruten!
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El nacimiento del fútbol argentino puede ubicarse en la última década del siglo XIX. El florecimiento del modelo agroexportador atrajo empresas inglesas que se dedicaron a la industria frigorífica, al tendido de las vías férreas y al comercio de ultramar. Los empleados y obreros de estas compañías trajeron consigo la afición por este juego nuevo, cuyo entusiasmo cundió rápidamente entre los criollos.
De aquellos años pioneros, perdura el recuerdo de las hazañas del Alumni, el primer grande de nuestro fútbol, agigantado por la leyenda.
Los británicos no se contentaron con traer a sus empresas. También fundaron colegios para los hijos de los ejecutivos. En 1884, el pedagogo escocés Alexander Watson.
Hutton abrió el Buenos Aires English High School.
Como el educador creía que la educación física era fundamental, trajo a otro escocés, don William Waters, para que enseñara deportes. Según la leyenda, este trajo a la Argentina la primera pelota de fútbol.
Creada la primera Liga, el Colegio presentó un equipo que empezó a competir en 1893, con el nombre de la institución educativa. La organización de las competencias era, en esa época, inestable y precaria; y el club del BAEHS decide no participar durante los años siguientes. Tras varias idas y venidas, reaparece en el torneo de 1900, con el nombre de English High School. El regreso es auspicioso: Campeón invicto, 5 triunfos y 1 empate. Esta victoria sería el inicio de una carrera insuperable que se transformó en mito.
(Plantel del BAEHS en 1893. Nótese que las casacas no son iguales y el portero no utiliza una distinta al resto).
Un año más tarde, la Asociación decidió que los clubes no debían tener nombres de empresas o instituciones, pues podía interpretarse como publicidad. Reglas del estricto amateurismo de aquellos años. Don Carlos Bowers propuso que el club llevara el nombre de Alumni. Y ese nombre quedaría impreso en los anales de la pelota como un sinónimo de imbatibilidad.
Ya casi no quedan viejos que hayan sido testigos de aquellas victorias memorables. Pero los documentos no dejan lugar a dudas. Los hombres vestidos de blanco y rojo pasaron por las modestas canchas de aquellos tiempos sin dejar rival por doblegar ni valla sin vencer. Fue el primer club en ser considerado un grande.
Los números son abrumadores. En 12 años de participación, salió campeón de Liga en 10 ocasiones (1900, 1901, 1902, 1903, 1905, 1906, 1907, 1909, 1910 y 1911) y subcampeón en dos (1904 y 1908). Consiguió, además, 8 títulos de Copa con el dato de que en la competición del nocaut participaban clubes uruguayos; lo que le da a sus triunfos carácter internacional. Terminó invicto en las ligas de 1900, 1901 (donde ganó todos los partidos), 1902 y 1907. Obtuvo triunfos por 14-0, 11-1, 9-0. Protagonizó el primer clásico de la Argentina, contra Belgrano Athletic. De 36 matches, lo derrotó en 23.
La particularidad de este singular equipo es que todos sus integrantes eran alumnos, ex alumnos o profesores del Buenos Aires High School. La mayoría de ellos de ascendencia británica. Los apellidos no mienten: Mc Kechnie, Brown, Buchanan, Dillon, A. A. Mack (único australiano en jugar en la Selección Argentina). Vean la pinta del hombre y sus tremendo bigotazos.
Varios de estos nombres integraron la alineación del team que enfrentó al Southampton el 26 de junio de 1901. Aunque cayeron 0-3, marcaron un hito. Fue la primera visita de un equipo europeo.
El juego desplegado por los pioneros era atlético y rápido, abundante en choques y remates de larga distancia. Los hombres del Alumni, el escuadrón invencible, llevaron ese estilo a su máxima expresión; haciendo la salvedad de la escasa calidad de los rivales. En toda su campaña, apenas salieron derrotados en 14 oportunidades.
La incipiente selección nacional de aquellos años se nutrió especialmente de jugadores del Alumni. El más grande de ellos fue Jorge Brown.
Jugaba de zaguero (fullback, se decía en ese entonces) y fue capitán, líder y conductor de su club y de la selección. En 1912, el Presidente de la Nación, Julio Argentino Roca, realizó una visita oficial al Brasil. Con la delegación llevó al equipo de fútbol. Antes del match contra los anfitriones, el Presidente le pidió a Jorge Brown (en ese entonces militaba en Quilmes) que se dejaran ganar para facilitar los acuerdos. Al final del primer tiempo, Argentina ganaba 3-0. Roca entró furioso al vestuario.
-¿Qué me estás haciendo, Jorge? Te pedí que se dejaran ganar…
-Presidente –respondió Brown con dignidad –el deporte no es la política.
El partido terminó 4-0.
Pero Jorge no fue el único Brown que vistió la casaca albirroja. Alfredo, Eliseo, Carlos, Juan y Ernesto eran hermanos, a los que hay que sumar a otro Juan que era primo. Este último fue compañero de zaga de Jorge tanto en el club como en la selección. Alfredo fue el máximo goleador en 1904 con 11 goles. Eliseo lo superó. Fue el pichichi en 1906 (8 goles) 1907 (24) 1908 (19) y 1909 (17). Aunque pocos lo puedan creer, todos ellos habían nacido en la Argentina.
El 24 de junio de 1906 el Alumni se midió en la Sociedad Sportiva de Palermo (donde hoy se encuentra el Campo Argentino de Polo) con un combinado sudafricano. Los equipos extranjeros que lo habían precedido (Southampton, Nottingham Forest) habían triunfado cómodamente. Pero el Alumni estaba destinado a hacer historia. Con gol de Alfredo Brown a los 61 minutos, consiguió el primer triunfo sobre un equipo británico. Recordemos que Sudáfrica era todavía parte del Imperio. Diez mil personas (entre ellas, el Presidente de la República, José Figueroa Alcorta) presenciaron el gesto caballeresco del capitán visitante, Mr. Heeley, que permitió a Jorge Brown reemplazar a uno de sus jugadores que se había lesionado.
Los once de la hazaña fueron Buruca Laforia, J. Brown, C. Brown, Browne, Buchanan, Mack, Weiss, A. Brown, E. Brown, Lett y E. Brown.
Otros goleadores de la liga vernácula que jugaban para Alumni fueron Carlos Lett en 1905 (12 goles) y Ernesto Lett en 1911 con 10 anotaciones. Un año antes el top scorer había sido otro jugador del escuadrón invencible: Arnoldo Watson Hutton, hijo de don Alejandro.
Otra curiosidad es que los jugadores (que eran estrictamente amateurs) también jugaban oficialmente otros deportes, a veces en forma simultánea. El rugby y el cricket disputaban al fútbol la preferencia de esos muchachos.
En el arco de este equipo inolvidable jugó varios años José Buruca Laforia. Su nombre era José Buruca, pero un lechero de Avellaneda de apellido Laforia lo tomó a su cargo cuando era muy niño. Dicen que tenía un juego algo estrafalario, jugaba tocado con un sombrero y solía salir gambeteando con sus compañeros. Algunas crónicas lo señalan como el primer arquero en convertir un gol. Jugó en varios equipos, incluso en uno de ellos lo hizo como delantero.
Cuando terminó el torneo de 1911, que Alumni conquistó luego de vencer en desempate a Porteño por 2-1, el club decidió no continuar participando en los torneos de la Asociación. Los jugadores estaban fatigados y no hallaban entre los alumnos y profesores del colegio reemplazantes de envergadura. Además, todo lo que la entidad recaudaba lo destinaba a obras de beneficencia. Y dado que no poseía un estadio adecuado y debía alquilar los predios de otros clubes, lo habían llevado a una situación de estrechez que no les permitía hacer frente a otro campeonato. Para el torneo de 1912, la mayoría de sus jugadores se fue a jugar a Quilmes, que bajo el influjo de los imbatibles ese año fue el campeón. En 1913, una asamblea a la que acudieron solo siete socios determinó la disolución del club. Jorge Brown, último tesorero, donó los activos a ocho instituciones benéficas.
Muchos años después, en 1951, se fundó otro club que lleva el mismo nombre y se dedica, principalmente, al rugby. El interés de los fundadores, que le pidieron permiso a Carlos Bowers para utilizar el nombre, era mantener vivo el legado de los precursores.
Todo presente tiene una raíz en el pasado. Esta pasión que ocupa tantas horas de las vidas de los argentinos tuvo su origen, tal vez, en la Leyenda del Escuadrón Invencible. ¿Se habrá imaginado don Alejandro que la decisión de enseñar deportes en el colegio desataría este entusiasmo, a veces criticable? ¿Lo habrá pensado don William mientras
cruzaba el Atlántico en el vapor Caxton de Liverpool con la primera pelota que vino a la Argentina? ¿Soñarían los hermanos Brown con esta realidad en la que el fútbol llena tanto tiempo?
Nosotros, mientras tanto, nos contentamos con mantener viva la memoria y traer hasta el presente los goles de Eliseo, las atajadas de Buruca, el coraje de Jorge Brown; todos ellos en un campo lleno de verde, de canto y de sol.