El Bocha, la pelota, la alegría.

Solo le pido a Dios

que Bochini juegue para siempre,

siempre para Independiente

para toda la alegría de la gente

La hinchada de Independiente modificó los inmortales versos de León Gieco para homenajear a Ricardo Bochini, el hombre que los hados de la pelota señalaron para marcar los hitos de la historia roja.

1954: El 25 de enero nace en Zárate (80 km al norte de Buenos Aires). A los trece años ya juega en la primera del club Belgrano, de la Liga local.

El Bocha apareció en la primera de Independiente en 1972. Su conocedora hinchada lo amó desde el principio. La mística del fútbol de alta técnica se gestó, fortaleció y grabó en el inconsciente colectivo de media Avellaneda a partir del juego del Bocha. Tanto es así, que un compañero suyo declaró:

“El estilo de Independiente murió cuando se retiró Bochini”

1973: Independiente busca la Copa Intercontinental. Ya se la birlaron el Inter de Luis Suárez dos veces y el Ajax de Johann Cruyff. El campeón de Europa se niega a jugar y se presenta el subcampeón, Juventus de Italia, con la condición de que se realice un solo partido y en Roma.

La Juve (con Zoff, Gentile, Cuccureddu, Causio, Bettega) domina el partido. Hasta que el pibe de 19 años se junta con Bertoni. La llevan con paredes desde la mitad del campo hasta que Bochini se frena frente a Zoff y la tira con calidad sobre el cuerpo agazapado de Dino. Es la alegría que, por esquiva, se disfruta el doble.

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La celeste y blanca no le fue ajena a Ricardo. En la Juvenil jugó un torneo en Cannes donde conoció a Daniel Bertoni. Integró la Selección Fantasma en la Eliminatoria del Mundial 74. Fue titular con Menotti durante todo 1976. Jugó en Kiev el Día de la Nieve. Volvió al equipo nacional en 1984 e integró la lista de los Campeones Mundiales en México 86. En total, fueron 26 partidos internacionales.

1977: El Campeonato Nacional de ese año se prolonga hasta enero de 1978. En la final, Talleres de Córdoba e Independiente de Avellaneda. Los cordobeses se ponen 2-1 con un gol que Boccanelli mete con la mano. Reacción roja y tres expulsados. Parece que se viene la hecatombe. Sin embargo, el Bocha aparece en toda su dimensión y anota el empate. Con ese gol, el Rojo gana un nuevo título. Ese día lo llaman El Genio de la Lámpara. La bronca por la injusticia se convierte en alegría.

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Un 11 de septiembre – Día del Maestro en la Argentina -su hinchada cantó.

Escuchen esto, escuchen esto:

Aplaudan a Bochini

que es el Día del Maestro

Su idolatría no tuvo límites. Las barras rivales lo ovacionaron y el propio Maradona lo tuvo por ídolo.

1978: Una vez más, el Campeonato Nacional se extiende hasta enero del año siguiente. Una vez más, Independiente en la final. Una vez más, Bochini firma los goles decisivos. Es 2-0 con anotaciones del Bocha a Fillol, el arquero Campeón del Mundo que sucumbe ante el alegre juego del Maestro.

El Rojo cumple una de las actuaciones colectivas más brillantes de la historia. Y Bochini es la coronación, el detalle estético que culmina toda la obra. Antes de la final, convierte en cuartos de final contra Colón y en semifinales contra Talleres de Córdoba un gol memorable con caño a Oviedo.

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Ricardo era muy especial a la hora de declarar. Cuando Independiente conquistó el título intercontinental de 1984, el Bocha manifestó:

“Tendríamos que haber jugado mejor”

Cuando le preguntaron por qué no pateaba penales (no ejecutó ninguno en toda su carrera) contestó:

“¿Qué gracia tiene hacer un gol de penal?”

Cierta vez, tras un altercado con Ruggeri, afirmó:

“Qué va a ser guapo Ruggeri. Guapo es Passarella.”

Sobre su ideología futbolística, no dejó dudas:

«Argentina siempre se adhirió al jugador de toque y de gambeta, por eso la gente tuvo como ídolos a los jugadores de esa calidad. Eso se está perdiendo ahora porque el periodismo hace que la gente joven se conforme con un resultado aunque el equipo juegue mal porque ya lo preparó para eso»

1983: Independiente forma un equipo de ensueño. Alcanza dos subcampeonatos en 1982 y el título en 1983. Bochini es elegido el Jugador del Año por los periodistas deportivos. La presión popular obliga a Bilardo a convocarlo a la Selección Nacional.

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¿Cómo jugaba Bochini? ¿Con qué jugador de hoy lo compararemos? Andrés Iniesta. Hasta tienen en común el cabello escaso.

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El Bocha fue el típico “play-maker”. Desde su posición de mediocampista ofensivo, generaba juego para sus delanteros. Por su talento para el juego asociado, con Daniel Bertoni formó una sociedad que marcó la época. Las paredes de la dupla son recordadas entre las mejores jugadas asociadas del fútbol argentino.

Bochini no tenía una gran pegada ni velocidad fulminante y prácticamente no cabeceaba. Pero con la pelota en los pies era imparable. En 1976, por la Copa, le hizo a Peñarol un gol idéntico al de Diego a los ingleses.

Encarnaba un tipo de número 10 de lateralidad diestra, gambeta corta y excelente traslado. Su característica más destacada era el pase-gol. Podía anticipar el movimiento del delantero, de tal forma que la cesión iba hacia el lugar donde una fracción de segundo después estaría el receptor. En Argentina, se creó el adjetivo “bochinesco” para calificar ese tipo de pase.

Otra cualidad era el freno. Parecía jugar en otro contexto temporal. Cuando todos corrían apurados, él se frenaba y siempre parecía tener un instante más. Ahí decidía el pase o el tiro al arco mientras sus rivales (y a veces sus compañeros) quedaban desparramados por el suelo.

1984: El Seleccionado Nacional encara una gira por Europa. En lugar de Maradona está Bochini. Llegan a Düsseldorf para enfrentar a Alemania Federal. Ese día se estrena Beckenbauer como entrenador. Argentina cumple una gran performance y la figura es, como no, Ricardo Bochini. En el primer tiempo, captura una pelota suelta en el centro del terreno, deja atrás a su marcador con un pique corto y desde 45 metros lanza un globo impresionante sobre Schumacher adelantado. El arquero llega justo con la punta de los dedos para sacarla al córner.

Cuando la televisión realiza el primer plano del jugador, Bochini no está haciendo gestos para la cámara, como hacen los jugadores actuales. Se lo ve corriendo para mostrarse como receptor del saque de esquina.

 

 

Ese año, Independiente conquista su 7º Copa Libertadores. Vence a Gremio en Porto Alegre en una actuación considerada la mejor de un equipo argentino en Brasil. El gol es de Burruchaga, tras la asistencia del Bocha.

ImagenEn diciembre, el Rojo termina un ciclo insuperable con la conquista de la Copa Intercontinental. El derrotado es el Liverpool de Grobbelaar, Dalglish y Rush. Ricardo es el primer argentino es conquistar dos veces el trofeo mundial interclubes.

La alegría roja no tiene fin.

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Para que el idilio fuera perfecto, Bochini solo jugó en Independiente. Fueron 19 años y 692 partidos oficiales con la casaca roja. En Argentina, no hay otro caso de fidelidad a una divisa. Con ella conquistó 4 campeonatos locales, 4 Copas Libertadores, 3 Copas Interamericanas y 2 Intercontinentales.

Curiosamente, nunca fue capitán del equipo.

1986: Campeonato Mundial. Estadio Azteca. Semifinal. Argentina derrota a Bélgica 2-0. A falta de 10 minutos, Burruchaga deja su lugar al Bocha. Diego Maradona lo recibe diciendo: “Bienvenido, Maestro. Lo estábamos esperando”

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Convirtió 103 goles y es imposible saber cuántos facilitó con sus asistencias. Por ejemplo, el centrodelantero Norberto Outes marcó 100 goles en 4 años al lado del Maestro. Cuando cambió de club, su eficacia decayó notablemente.

1989: Bochini ya está cerca del retiro. Independiente pelea el título palmo a palmo con Boca Juniors. Cuando se enfrentan en Avellaneda, es triunfo por 2-1 con un tanto del Bocha. En la revancha en la Bombonera, se repiten el resultado y el goleador. Un gol de Bochini y una gran jugada suya desencadenan la alegría roja. Es el último título del ídolo.

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Una vez lo quiso comprar Boca. El presidente de Independiente contestó:

“Nooo, yo quiero seguir viviendo en Avellaneda”

Desde 2007, la calle del Estadio que tantas veces se alegró con su fantasía lleva su nombre.

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1991: Un patadón brutal de un ignoto jugador de Estudiantes saca de la cancha y del fútbol a Ricardo Bochini. En diciembre tiene su merecido partido homenaje. Así se cierran dos décadas de amor incondicional de la gente.

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Los antiguos griegos creían que las cosas ocurrían para que los poetas tuvieran algo que cantar. Tal vez no sea verdad, pero sin duda la magia de Bochini justifica estos versos de Héctor Negro.

A Bochini

¿Quién podrá agradecerte la alegría?

¿Cuántas voces precisa el verso mío

para decir la agreste poesía

que dibuja tu tranco de baldío?

(……………………………………………..)

Cuando no salgas más entre los once,

Serán los lagrimones del rocío

Los que en el pasto lloren y allí, entonces:

¿con qué se llenará el domingo mío?

Cuando la “diez” del Rojo no te abrigue,

yo buscaré en la tarde dominguera

-en la función que, pese a todo, sigue-

la semilla que siembre tu madera

Buscaré por potreros y distancias,

en los picados donde floreciste

y hasta que no reencuentre aquella magia,

aunque no se me note, andaré triste…

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