Copa Sudamericana 2012: crónica del desatino

El fútbol sudamericano vive con la mirada puesta en Europa. Los jugadores sueñan con el glamour del fútbol europeo y los dirigentes tratan de reproducir aquí el exitoso modelo de sus competiciones continentales. Solo que suelen copiar los aspectos exteriores del esquema sin imitar los aciertos organizativos de sus colegas de la UEFA.

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Hasta 1987, solo existía la Copa Libertadores, mientras que en el Viejo Continente había 3 copas continentales. El primer intento de imitación fue la Supercopa. Limitada a los campeones de la Libertadores, duró hasta 1997. Entre 1992 y 1999, se pretendió reproducir la vieja Copa UEFA con la Copa CONMEBOL. En 1995; Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay fundaron el Mercado Común del Sur; más conocido por su acrónimo MERCOSUR. Asociándose a ese acto, se creó la Copa Mercosur, a la que tenían acceso los clubes grandes de los países miembros y de Chile. Pero el colmo de lo bizarre fue la creación de otra Copa para los equipos de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela; con invitados de Costa Rica, Estados Unidos y México. ¿Cómo se llamó el trofeo? Nada menos que Copa MERCONORTE, una palabra totalmente incoherente, ya que el Mercado Común del Norte… ¡no existe!

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Además, los ganadores de estos torneos jugaban entre sí Recopa, Copa de Oro y Master; en un dominó bastante confuso. Como si fuera poco, las Copas no se juegan simultáneamente como en Europa, sino que se reparten entre los dos semestres del año. Así, los clubes pueden clasificar para más de una.

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En 2001, ambas Copas fueron reemplazadas por la Copa Sudamericana. A pesar del nombre, suele convocar a clubes de Costa Rica, Estados Unidos, Honduras y México. El ganador obtiene el derecho de jugar contra el vencedor de la Copa J-League. Es decir, que equipara a un campeón de una Confederación con el ganador de una competencia de segundo orden de Japón.

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La edición 2012 de este certamen será recordado como un capítulo más del desatino endémico del fútbol de América del Sur.

Entre los 6 representantes argentinos, estaba el Club Atlético Tigre. Fundada en 1902, esta modesta institución tiene un largo historial de descensos y ascensos. Desde que subió a Primera en 2007, ha realizado campañas muy respetables, a pesar de que el sistema de promedios siempre lo tiene amenazado con la pérdida de categoría. Un 7º puesto le permitió disputar la Copa Sudamericana. Eliminó sucesivamente a su compatriota Argentinos Juniors (2-1 y 4-1); a Deportivo Quito de Ecuador (0-2 y 4-0); a Cerro Porteño de Paraguay (0-1 y 4-2) y a los Millonarios colombianos (1-1 y 0-0) por el gol de visitante. Inesperadamente, el cuadro del Norte del Gran Buenos Aires se encontraba en la final. Por el otro lado, venia ascendiendo un gigante sudamericano: Sao Paulo. El Tricolor superó a Bahía con un doble 2-0. A Liga de Loja (Ecuador) por el gol de visitante (1-1 y 0-0). Después eliminó a las Universidades chilenas: a la de Chile 2-0 y 5-0; y a la Católica por el gol de visitante (1-1 y 0-0). Las finales estaban planteadas para el 5 y el 12 de diciembre de 2012.

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El primer partido se jugó en la Bombonera, el estadio de Boca Juniors. El equipo argentino, entrenado por Néstor Gorosito, no pudo superar al Sao Paulo y la lid se zanjó con un 0-0; resultado que dejaba mejor parados a los brasileños.

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El 12 de diciembre, el escenario de la final fue el Morumbí, colmado por 72.800 espectadores. El árbitro designado era el chileno Enrique Ossés.

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El nerviosismo pesaba sobre los miembros del equipo argentino; obligados a buscar por lo menos un gol para aspirar al título. El time paulista, capitaneado por Rogerio Ceni, aprovechó las urgencias tigrenses y a los 22 minutos abrió el marcador por medio de Lucas Moura. Para mayor desesperación de los argentinos, Osvaldo puso el 2-0 a los 27. El tanto desató las protestas de los visitantes, que reclamaban fuera de juego. La impotencia les hizo perder los estribos. A los 38 minutos, el defensor Lucas Orbán le aplicó un codazo al autor del primer gol. El atacante brasileño cayó sangrando profusamente por la nariz. Cuando Ossés pitó el final del primer tiempo, Moura, como recriminación, le mostró al defensa un algodón tinto en sangre. Los jugadores de Tigre reaccionaron y se produjo un conato de riña. Fue expulsado el paulista Paulo Miranda y todos se retiraron a los vestuarios.

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El equipo brasileño y las autoridades se encontraban en el campo para reanudar el juego; pero Tigre se demoraba. La televisión solo ofrecía conjeturas, hasta que se informó que personal de seguridad del estadio había agredido a los futbolistas visitantes.

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La prensa no podía bajar a la zona de vestuarios. Sin embargo, los periodistas de la televisión argentina tomaron partido y dieron por cierta la versión de Tigre: custodios privados y policías habían atacado al plantel con golpes y exhibición de armas de fuego. Algunos hombres estaban sangrando y con marcas de golpes. Por lo tanto, no saldrían a disputar el segundo tiempo.

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Ossés envió al cuarto árbitro a ver qué pasaba. Mientras tanto, la plantilla argentina llamaba por celular a sus familiares en las gradas para que se retiraran del estadio. En eso, Gorosito se asomó e hizo una escueta declaración: “Sacaron dos revólver (sic); no se juega más”. Tras esperar media hora, el árbitro dio por concluido el partido. Un dirigente de la CONMEBOL declaró ante las cámaras que “debido a los compromisos con los auspiciantes del torneo, no se podía posponer la entrega del trofeo y se declaraba campeón a Sao Paulo”

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En la ceremonia de premiación, los paulistas festejaron como si hubieran ganado sobre la hora un partido reñido.

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El episodio deja algunas preguntas difíciles de responder.

* ¿Qué pasó realmente en el vestuario?

Probablemente, nunca sepamos la verdad. Los testimonios de argentinos y brasileños son completamente opuestos. Una versión aseguraba que los jugadores de Tigre intentaron copar el vestuario local y el personal de seguridad debió impedírselo. La televisión mostró algunos destrozos (una escalerilla adosada a la pared estaba arrancada) y un jugador tenía una marca en el pecho, que parecía la huella de un culatazo. Ningún futbolista tenía heridas visibles.

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* ¿Fue correcta la actitud de Tigre?

Si la agresión existió, si de verdad hubo amenazas con armas; se puede comprender que los jugadores no quisieran continuar el partido. La prensa brasileña los trató de cobardes y algunos argentinos piensan lo mismo. En los pasillos del estadio, los dirigentes y futbolistas reclamaban justicia; acompañados por el Intendente de Tigre y hoy diputado y aspirante a la Presidencia nacional; Sergio Massa. Le pedían a Grondona que no los dejara solos. De cualquier forma, a esa decisión debió seguirle un reclamo más enérgico. Sin embargo, todo cayó en el olvido.

* ¿Fue reglamentaria la decisión del árbitro? El chileno Ossés se encontró con un problema inesperado. Conocedores del reglamento aseguran que no tenía potestad para dar por finalizado el partido. Su deber era suspenderlo y elevar un informe a la Confederación para que ésta decidiera. Al dar por terminado el encuentro, permitió que Sao Paulo fuera considerado ganador y campeón. Tal vez le faltó personalidad para absorber las presiones del momento.

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* ¿Fue justa la determinación de la CONMEBOL? Sin duda, la mayor injusticia fue realizada por la Confederación. Si la agresión existió, dar por ganador a Sao Paulo es avalarla y sentar un precedente peligroso. Si no existió, se debió tomar alguna medida contra Tigre. En cualquier caso, se debió investigar antes de resolver y no privilegiar los intereses de los sponsors por sobre la justicia.

* ¿No merecían sanciones los clubes involucrados? La respuesta se desprende de la pregunta anterior. La CONMEBOL desestimó

las protestas de Tigre. Luego, debió sancionarlo por negarse a continuar el partido. Sin embargo, en febrero de 2013 el club bonaerense jugó sin problemas la Copa Libertadores. Si no se sancionó a Tigre, puede inferirse que se considera responsable al Sao Paulo por los hechos violentos. No obstante, no hubo pena para los brasileños. No se investigó y todo quedó en la nada.

* ¿Correspondía festejar un triunfo logrado de esa manera? La actitud de los jugadores del Tricolor era esperpéntica. Se abrazaban, daban volteretas por el campo, tiraban besos a las tribunas… Sin duda, era demasiada euforia para un partido ganado en una circunstancia sumamente irregular. Se trata de una muestra más del exitismo tan en boga en los últimos tiempos. Lo único que importa es ganar, la forma o los medios empleados son un detalle secundario. Sería fantástico que los futbolistas mostraran algo de dignidad y sirvieran de ejemplo a sus miles de admiradores.

El fútbol sudamericano tiene miles de historias como esta. Y mientras no se mejoren los criterios organizativos, nos seguirá proporcionando páginas curiosas.