Otra joyita histórica de Germán Magide,que esta vez trata con frialdad y sin fanatismo la época de oro del fútbol argentino en la década de los cuarenta.Disfruten!
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Es bien sabido que el fútbol jugado en la Argentina es uno de los más competitivos del mundo. Tampoco cabe duda de que tanto los equipos como los jugadores argentinos suelen destacarse en las competiciones internacionales y en casi todas las Ligas del mundo hay algún argentino que descuella.
Pero también es cierto que en la Argentina tenemos arraigada la creencia de que somos “los mejores del mundo”. Y aunque la realidad nos ha despabilado muchas veces con rudos cachetazos (recuerden El Desastre de Suecia), en el inconsciente colectivo permanece intacta la idea de la superioridad albiceleste.
¿De dónde viene esta certeza? ¿Cuándo nació esta afirmación, tan difícil de comprobar? Los estudiosos más serios coinciden en que esta autosuficiencia surgió en la década de 1940. En esos años, tanto el campeonato doméstico como la Selección Nacional acumularon prestigio y reconocimiento. Fue en esa época cuando se acuñó la frase “En esta tierra cada día nace un crack”, dada la abundancia de jugadores sobresalientes. En esta nota trataremos de analizar esta famosa década y ver qué tan cierta fue la mentada hegemonía futbolística argentina.
Si vamos a pensar en términos individuales, la creencia parece ser cierta. Porque los nombres propios poseen una carga de fama que llega hasta nuestros días.
Era la época de las grandes delanteras, aquellas que se repiten de memoria: Boyé, Corcuera, Sarlanga, S. Varela y Sánchez en Boca Juniors; Salvini, Tucho Méndez, Bravo, Simes y Sued en Racing; Imbelloni, Farro, Pontoni, Martino y Silva en San Lorenzo; Gayol, Canteli, Pontoni, Morosano y Ferreyra en Newell’s Old Boys; Pesarini, Coll, De Luca, Campana y Busico en Chacarita Juniors. Y por encima de todas destacaba la famosa Máquina de River Plate. Aunque sólo jugó 18 partidos con la formación completa; la línea de ataque integrada por Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau marcó la época, (nunca bajó del 3º puesto) con su juego basado en la versatilidad y la precisión. Según el famoso periodista deportivo Dante Panzeri, este equipo creó el fútbol argentino moderno.
Pero en todos los puestos había figuras prominentes. Arqueros como Gualco, Yustrich y Cozzi; defensas como Pepe Salomón, Valussi o Colman; mediocampistas como Minella, Strembel o Pipo Rossi figuran en los anales de la pelota como figuras sin reemplazo. La lista de delanteros es interminable: Sarlanga, Muñoz, Boyé, el Charro Moreno, Vicente de la Mata, Tucho Méndez, Farro, Masantonio, Marvezi, Pontoni, Alfredo Di Stéfano, Antonio Sastre (que también fue internacional como defensor) Gandulla, Martino, Ángel Labruna, el Chueco García, Adolfo Pedernera, Pellegrina, Loustau, Sued y un largo etcétera de figuras.
El podio de los goleadores históricos de 1º División jugó en esta década: Arsenio Erico (293 goles) Labruna (292) y Herminio Masantonio (252). Del extranjero venían pocos pero buenos: los paraguayos Delfín Benítez Cáceres y Erico, el uruguayo Severino Varela (uno de los últimos en jugar con boina) y el español Isidro Lángara dejaron huella indeleble.
Era tanta la cantidad de jugadores de calidad que la Selección llegó a jugar en dos matches diferentes el mismo día o con un día de diferencia. Por ejemplo, el 18 de febrero de 1940, Argentina visitó a Brasil en San Pablo y recibió a Paraguay en Avellaneda. Y el 9 de marzo enfrentó a Chile y el 10 a Brasil, en el mismo estadio y con formaciones diferentes.
Los planteles de los Campeonatos Sudamericanos sirven de muestra para ilustrar esta exuberancia. La Selección ganó el torneo de 1941 con un plantel de 18 jugadores. Volvió a ganar en 1945 repitiendo solamente 2 apellidos. Retuvo la corona en 1946 con 12 nuevos jugadores y cerró el ciclo con el título de 1947 con 11 debutantes.
Sin embargo, la competencia se reducía al ámbito nacional a nivel de clubes. No existían copas continentales. De los equipos de esos años, solamente San Lorenzo viajó a Europa; tal como se menciona en otra entrada de este blog.
Los campeonatos locales fueron exitosos en cuanto a recaudación y brillo. Los domingos la jornada empezaba a las 11, con los juveniles de la 3º división. Seguía la segunda o reserva y cerraba con broche de oro la Primera. Siempre ante tribunas colmadas. Había profusión de goles, aunque ningún equipo pasó la barrera de los 100 por temporada, algo bastante común en la década anterior. Hubo picos de 92 (River en 1940) y 90 (San Lorenzo en 1946 y River en el ’47) goles a favor, mientras que Lanús sufrió 97 goles en 1940 y 95 al año siguiente. Curiosamente, no perdió la categoría. Fue una época de grandes goleadas. En 1942, Boca 11, Tigre 1; Boca 10, Chacarita 1 (43); Huracán 10, Rosario Central 4 (45) e Independiente 10, Rosario Central 2 en la primera fecha de 1948. Además se registró un empate a 6: Estudiantes-Atlanta en 1941; y dos 5-5. Hubo seis partidos con score de 6-4 en toda la década y tres con 6-5 en 1940.
Los títulos de campeón se repartieron entre los Cinco Grandes, aunque River (4) y Boca (3) acapararon el 70% de la década. San Lorenzo, Independiente y Racing obtuvieron uno cada uno.
Llama la atención la casi nula movilidad entre categorías en todo el decenio. Apenas 18 equipos jugaron en 1ºDivisión, de los cuales 10 estuvieron presentes en todas las temporadas. Además, la competencia se reducía a 8 equipos de la ciudad de Buenos Aires, 8 del Conurbano y solo dos de la ciudad de Rosario. El resto del país no tenía participación.
La década no terminó bien. En 1948 los profesionales se declararon en huelga y las últimas fechas fueron disputadas por juveniles. Al año siguiente, las grandes figuras (Pedernera, Di Stéfano, Cozzi, Pipo Rossi, entre otros) emigraron a El Dorado colombiano, cuya liga contrataba jugadores sin pagar el pase a los clubes.
La nota de color la dieron los árbitros ingleses, contratados por AFA debido a las sospechas que recaían sobre los colegiados nacionales. Como los británicos no conocían a los jugadores, solicitaron el empleo de números para identificarlos; costumbre que se estrenó en 1949. La página negra la escribió Independiente en 1941, cuando se dejó ganar por Atlanta (4-6) para permitir que su vencedor no descendiera, en perjuicio de Vélez Sarsfield.
¿Qué ocurría entretanto con la Selección Nacional? El imaginario popular sostiene que fue la época más brillante de su historia. Los números parecen sostener esta aseveración. A lo largo del período 1940-1949, Argentina jugó 60 partidos con 42 victorias (70%), 10 empates (17%) y solamente 8 derrotas (13%). Marcó 190 goles (3,17 por partido) y sufrió 80 contrastes (1,33) con una diferencia de gol asombrosa: 110
El equipo albiceleste logró resonantes victorias. En 1940 barrió a Brasil 6-1 y 5-1 y a Uruguay 5-0. Al año siguiente, la víctima fue Ecuador: 6-1. En 1942 se alcanzó la goleada récord: 12-0 a Ecuador. En 1945, Uruguay cayó por 6-2 y Colombia por un estrepitoso 9-1. Bolivia fue abatida 7-1 en 1946 y 7-0 un año más tarde. También en 1947 aplastó a Paraguay (6-0) y a Colombia (6-0).
El equipo nacional disputó 5 Campeonatos Sudamericanos. Salió campeón en 4 (1941, 1945, 1946 y 1947, todos en forma invicta) y subcampeón en el restante (1942, única derrota contra el campeón, Uruguay). El balance de los enfrentamientos cabeza a cabeza fue favorable frente a todos los rivales. Solo 3 lograron derrotarlo (Brasil y Uruguay 3 veces; Paraguay 2) y festejaron un empate Uruguay y Chile 3 veces; Perú 2; Brasil y Paraguay 1 vez cada uno. Bolivia, Ecuador y Colombia solo consiguieron derrotas. Venezuela aun no competía internacionalmente.
Los números son sencillamente abrumadores. Pero si se compara cualitativamente, las estadísticas pierden bastante contundencia. Para empezar, la Argentina se abstuvo de competir en 1944, 1948 y 1949. Luego, solo enfrentó a 8 rivales, todos sudamericanos. Recordemos que hasta 1945 Europa estuvo comprometida con la Guerra Mundial y que en toda la década no hubo Campeonatos Mundiales. Y en el subcontinente ¿qué equipos eran capaces de discutirle el predominio a la Argentina? Obviamente, solo los únicos 3 que lograron vencerla. El único adversario realmente difícil era Uruguay, al que Argentina no pudo vencer en 6 ocasiones (3 empates y 3 derrotas). Brasil venía después, no era ni por asomo la potencia casi invencible que fue de 1958 en adelante. Argentina no pudo vencerla en 4 oportunidades (3 derrotas y un empate). Las demás selecciones eran notoriamente inferiores.
En definitiva, no podemos poner en duda en testimonio de los testigos de esa Edad de Oro. Hemos de creer que el fútbol que se jugó y se vio por estas tierras en los ’40 fue superlativo y maravilloso.
Pero no podemos saber si era el mejor del mundo. Sencillamente porque el panorama internacional era muy limitado y los antagonistas exigentes, muy escasos.
Mientras tanto, está bien que se sigan escribiendo panegíricos para Adolfo Pedernera, Tucho Méndez, Mario Boyé o Antonio Sastre. La épica es otra cosa. Aquí nos propusimos darle a la historia un toque de revisionismo. Y los lectores dirán si lo logramos.