Este Sábado se juega el primer «partido del siglo» desde la salida de Mou del banquillo madridista. Esto no hace que la presión sea menor para este encuentro pero sí que relaja un poco los ánimos demasiado exaltados de otras temporadas. La salida del portugués ha hecho mucho bien al fútbol español. Quizá no a los seudoperiodistas deportivos, ni a algunos aficionados que buscan la polémica o el morbo antes que al propio deporte, pero en líneas generales el ambiente futbolístico de España se ha normalizado con la salida del luso, aunque él siga hablando de este país por Inglaterra adelante, con un rencor digno de ser sicoanalizado.
Ambos conjuntos no están pasando por su mejor momento y es difícil pronosticar qué va a pasar mañana en el Camp Nou. El Barça de Martino no está ni mucho menos brillante como en otras temporadas, a pesar de los excelentes números que ha cosechado hasta el momento. Su lentitud, su juego impreciso de combinación y una defensa realmente blanda podrían costarle muy caro a este Barça que se sabe favorito por jugar de local, pero que también se ve vulnerable ante un Real Madrid con una contra devastadora que buscará en la presión y en la velocidad, su oportunidad para vencer al eterno enemigo.
El Real Madrid tampoco está para echar cohetes, ni en cuanto a juego, ni en cuanto a resultados. Los blancos son un equipo muy plano, con muy poco fútbol y siempre necesitados de la inspiración de Cristiano Ronaldo. Con todo, yo a este dubitativo Madrid le veo muchas opciones de rascar algo positivo en Barcelona. Simplemente es una corazonada. La lentitud y la falta de contundencia de mediocampo hacia atrás del Barça dará muchas opciones a los blancos, que algún día tendrán que ponerse las pilas a la hora de marcar goles.
También este derby (o clásico o como lo quieran llamar), será el primero en el que se crucen los dos fichajes «galácticos» de esta temporada. Gareth Bale y Neymar probablemente coincidarán sobre el césped y tratarán de convencer al mundo del fútbol de que sus honorarios y los millonarios traspasos que se han pagado por ellos están justificados.
El galés, aún en rodaje y con problemas físicos, parece que no saldrá en el equipo titular y tendrá que esperar su oportunidad en la segunda parte. Hasta ahora se ha visto a Bale como a un futbolista «tímido» que no encara, que no quiere el balón y que casi anda por el campo pidiendo disculpas a los compañeros por su mera presencia. Un traspaso muy sobrepagado, unas expectactivas demasiado altas y una afición muy exigente como la madridista, pueden hacer polvo (otra vez) a un gran futbolista, que no tiene culpa de haber costado lo que ha costado.
En cuanto a Neymar, sigo dudando de que el Barça haya fichado a un crack contrastado. Le veo mucho potencial al brasileño, pero aún está verde como futbolista de élite en Europa. A Neymar parece que le cuesta entender la dinámica del fútbol en España y se ve en muchas ocasiones rodeado de dos o tres rivales que le asfixian, sabedores de su poco físico y de la necesidad por los espacios que tiene el brasileño. El exfutbolista del Santos solo desborda cuando tiene metros hasta línea de fondo y nadie apoya a su marcador en defensa. Cuando las líneas están juntas y existen ayudas al lateral, Neymar desaparece poco a poco diluido en un mar de piernas y juego recio. De la docena de partidos que van de temporada solo en un par de ellos Neymar se ha mostrado igual de decisivo que en aquella infausta final contra España de la Confederaciones. La excusa de la adaptación se va agotando a cada jornada que pasa y la parroquia culé empieza a estar algo nerviosa al ver que la fama de «hype» del brasileño puede que no sea una exageración de «la central lechera».
Mañana saldremos de dudas en estas y en otras cuestiones. Gane quien gane, ojalá sea un gran partido y el fútbol prime por encima de todo. Un Barça – Madrid siempre debería ser una fiesta del fútbol español y no un acontecimiento politizado por unos cuantos fanáticos que parasitan al fútbol en vez de amarlo.