Barça – Madrid (2013/14)

Este Sábado se juega el primer «partido del siglo» desde la salida de Mou del banquillo madridista. Esto no hace que la presión sea menor para este encuentro pero sí que relaja un poco los ánimos demasiado exaltados de otras temporadas. La salida del portugués ha hecho mucho bien al fútbol español. Quizá no a los seudoperiodistas deportivos, ni a algunos aficionados que buscan la polémica o el morbo antes que al propio deporte, pero en líneas generales el ambiente futbolístico de España se ha normalizado con la salida del luso, aunque él siga hablando de este país por Inglaterra adelante, con un rencor digno de ser sicoanalizado.

mou

Ambos conjuntos no están pasando por su mejor momento y es difícil pronosticar qué va a pasar mañana en el Camp Nou. El Barça de Martino no está ni mucho menos brillante como en otras temporadas, a pesar de los excelentes números que ha cosechado hasta el momento. Su lentitud, su juego impreciso de combinación y una defensa realmente blanda podrían costarle muy caro a este Barça que se sabe favorito por jugar de local, pero que también se ve vulnerable ante un Real Madrid con una contra devastadora que buscará en la presión y en la velocidad, su oportunidad para vencer al eterno enemigo.

El Real Madrid tampoco está para echar cohetes, ni en cuanto a juego, ni en cuanto a resultados. Los blancos son un equipo muy plano, con muy poco fútbol y siempre necesitados de la inspiración de Cristiano Ronaldo. Con todo, yo a este dubitativo Madrid le veo muchas opciones de rascar algo positivo en Barcelona. Simplemente es una corazonada. La lentitud y la falta de contundencia de mediocampo hacia atrás del Barça dará muchas opciones a los blancos, que algún día tendrán que ponerse las pilas a la hora de marcar goles.

También este derby (o clásico o como lo quieran llamar), será el primero en el que se crucen los dos fichajes «galácticos» de esta temporada. Gareth Bale y Neymar probablemente coincidarán sobre el césped y tratarán de convencer al mundo del fútbol de que sus honorarios y los millonarios traspasos que se han pagado por ellos están justificados.

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El galés, aún en rodaje y con problemas físicos, parece que no saldrá en el equipo titular y tendrá que esperar su oportunidad en la segunda parte.  Hasta ahora se ha visto a Bale como a un futbolista «tímido» que no encara, que no quiere el balón y que casi anda por el campo pidiendo disculpas a los compañeros por su mera presencia. Un traspaso muy sobrepagado, unas expectactivas demasiado altas y una afición muy exigente como la madridista, pueden hacer polvo (otra vez) a un gran futbolista, que no tiene culpa de haber costado lo que ha costado.

En cuanto a Neymar, sigo dudando de que el Barça haya fichado a un crack contrastado. Le veo mucho potencial al brasileño, pero aún está verde como futbolista de élite en Europa. A Neymar parece que le cuesta entender la dinámica del fútbol en España y se ve en muchas ocasiones rodeado de dos o tres rivales que le asfixian, sabedores de su poco físico y de la necesidad por los espacios que tiene el brasileño. El exfutbolista del Santos solo desborda cuando tiene metros hasta línea de fondo y nadie apoya a su marcador en defensa. Cuando las líneas están juntas y existen ayudas al lateral, Neymar desaparece poco a poco diluido en un mar de piernas y juego recio. De la docena de partidos que van de temporada solo en un par de ellos Neymar se ha mostrado igual de decisivo que en aquella infausta final contra España de la Confederaciones. La excusa de la adaptación se va agotando a cada jornada que pasa y la parroquia culé empieza a estar algo nerviosa al ver que la fama de «hype» del brasileño puede que no sea una exageración de «la central lechera».

Mañana saldremos de dudas en estas y en otras cuestiones. Gane quien gane, ojalá sea un gran partido y el fútbol prime por encima de todo. Un Barça – Madrid siempre debería ser una fiesta del fútbol español y no un acontecimiento politizado por unos cuantos fanáticos que parasitan al fútbol en vez de amarlo.

 

¿Y usted de qué juega?.

Otra vez llega Germán Magide raudo a su cita mensual con este blog. En esta ocasión nos hablará de etimología y de la evolución de los nombres de las posiciones de los futbolistas sobre el césped. ¡Disfruten!

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Hace 150 años que se juega al fútbol en forma orgánica y, como todas las cosas, ha evolucionado. Con respecto a la evolución del juego en sí, hay y habrá opiniones diversas. Pero no se puede negar que en este siglo y medio cambiaron las tácticas, las estrategias, los métodos de entrenamiento y algunas reglas.

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Paralelamente con estos cambios, cambió también el lenguaje del fútbol. A la Argentina llegó de la mano de los ingleses que, al principio, mantuvieron la grafía original y lo llamaron football. Sólo que los criollos lo pronunciaban como lo leían y decían fóbal. Y a los jugadores (footballers), foballeres.

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Con estas mudanzas, se alteraron los nombres de los puestos de los jugadores. Las demarcaciones, como se dice en España. Al principio de la historia, allá por 1900, se usaba la nomenclatura angloparlante: goalkeeper; fullback derecho y fullback izquierdo; half derecho, centrehalf y half izquierdo; wing derecho, insider derecho, centreforward, insider izquierdo y wing izquierdo. La pronunciación era, como se ha dicho, aproximada: golkipe; fulbac derecho y fulbac izquierdo, jas derecho, centrojás y jas izquierdo; güin derecho, insai derecho, centrofóbar, insai izquierdo y güin izquierdo. Así decían mis abuelos y mi padre, cuando hablaba con ellos. Cuando en 1949 se estrenó el uso los dorsales, la demarcación se asoció directamente con el número. Por ejemplo, Passarella jugaba de “seis”. En Argentina, la distribución quedó ordenada así: 1 en el arco; 4-2-6-3 en la defensa; 8-5-10 en el medio campo y 7-9-11 en el ataque. Lo llamativo es que, si un futbolista jugaba fuera de su puesto habitual, también cambiaba el dorsal. Es decir, si Kempes jugaba de “once” y un día necesitaban que fuera de “nueve”, jugaba con el 9 en la espalda.

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De cualquier modo, lo realmente interesante es cómo se denominaron los puestos. Los nombres varían según las épocas y los países. También depende de que se quiera referenciar la función que cumple en la táctica. Algunos eran elaboradas metáforas.

El arquero tuvo muchas denominaciones: En España se lo llama portero y en Uruguay, golero. La FIFA emplea la traducción exacta de la definición inglesa: guardameta. También se usa guardavalla, guardián, cuidapalos, cancerbero.

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Los hombres que custodiaban los flancos de la defensa se llamaron otrora halves de ala. Pero como es uno de los puestos que más evolucionó, también registra gran número de nombres. Se los nombró marcador de punta o marcador lateral. Pero en la medida que comenzó a tener mayor peso en la creación y el ataque, pasó a llamarse lateral y, más modernamente, lateral-volante.

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Los ocupantes del centro de la zaga tuvieron los siguientes tratamientos: zaguero central, defensa central o, simplemente, central. También se usó marcador central, back centro…

Al que jugaba por derecha se le decía, además, “último hombre” o, simplemente, “último”. El otro recibió el pintoresco título de “back rompe-juego”, porque salía a marcar lejos del área, casi hasta la mitad de la cancha. A este jugador, en Brasil, se lo llamó “cuarto zaguero” y en Argentina, “cuevero”. A partir de la década del ’60, aparecieron el batidore líbero –luego apocopado a líbero – y el stopper. En los ’80, se inventó el “doble stopper”.

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Una combinación muy rara e interesante es la del “arquero-líbero”. Se trata de aquellos guardametas que proliferaron en los ’90, tales los casos de Higuita o Jorge Campos, capaces de participar en el juego más allá de la función específica de proteger el arco.

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En épocas no muy distantes, se jugaba con tres mediocampistas. El término “volante” devino a partir de “medio volante”. El ocupante de la franja derecha solía tener una función mixta, de aporte defensivo y ofensivo. Se lo nombró insider, interior o entreala en tiempos lejanos. Luego fue volante por derecha, volante de traslado, volante de ida y vuelta, volante de equilibrio. Un nombre muy poético era “peón de brega”. En el medio, el “cinco” fue llamado centrehalf (centrojás), centromedio, mediocentro, volante central, cabeza de área en Brasil; si se ponía el acento en la posición. Si se refería a la función, se usaba volante defensivo, volante tapón, eje medio, volante de distribución. Hoy en día, se habla de “doble cinco”, cuando se juega con dos volantes que se reparten el trabajo defensivo en el centro del campo.

El “diez” fue siempre el más ofensivo de los mediocampistas, el más hábil y, por lo general, la figura del equipo. Fue insider, interior o entreala izquierdo, punta de lanza en Brasil, volante ofensivo en Argentina, regista en Italia. Hoy en día, se hace uso de las palabras “armador”, “enlace” o “enganche” para mencionarlo. Una variante era el volante “lanzador”, que era el que tiraba pases largos, al estilo Platini.

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Entre los atacantes, los que iban por afuera se llamaron, en inglés wings o wingers, lo que se tradujo como ala, alero o puntero. En España, se lo llama “extremo”. Por el centro del ataque, con el dorsal 9 atacaban los centreforwards o centrodelanteros, también llamados eje, piloto, ariete o punta. Según sus características técnicas, podía ser “nueve de área”, “nueve tipo tanque” o “nueve tirado atrás”. Cuando se jugaba con dos delanteros, sin “nueve” definido, se denominaba “doble punta de lanza”.

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También eran interesantes las combinaciones de números. Un centrodelantero hábil, capaz de retroceder y sumarse al armado, era un “nueve-diez”. Un puntero derecho con tendencia a ir para el medio y meter goles, era un “siete-nueve”. Si un volante derecho se tiraba atrás para auxiliar al marcador de punta de ese lado, podía ser un “cuatro bis”.

Cuando se empezó a engrosar la mitad de la cancha con hombres restados al ataque se habló de “puntero ventilador”, llamado “ala tornante” en Italia. Después se consolidó el “cuarto volante”.

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Las épocas más recientes introdujeron nuevas formas de jugar y nuevos nombres para las demarcaciones. Es muy joven el vocablo “carrilero”. El polémico Johann Cruyff dijo una vez que al inventor del carrilero habría que colgarlo en la plaza pública. Sin duda, una hipérbole. Jugadores ofensivos pero de mayor recorrido fueron los “media punta”. El mejor ejemplo es Messi. En Holanda, se le decía “delantero sombra”, porque jugaba muy cerca del centrodelantero, como Bergkamp y Kluivert en 1998. Y en los ’70, cuando un jugador con la casaca 7 u 11 se tiraba atrás a “volantear”, se decía que jugaba de “puntero mentiroso”.

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Se podrían seguir llenando muchas líneas con designaciones, puestos, demarcaciones y funciones. Pero eso no es hablar de fútbol. César Menotti enseñó una vez: “No se puede hablar de fútbol sin nombres propios”. La verdad definitiva de este amado deporte es el jugador, que independientemente de nombres o números, está listo para deslumbrarnos con su habilidad o su coraje. Todo lo demás, cambia y seguirá cambiando mientras este juego nuestro exista.