Dios atiende en Buenos Aires.

Desde sus primeros días, la nación argentina se vio marcada por el enfrentamiento entre Buenos Aires y el Interior.

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En el convulsionado Siglo XIX, la ciudad porteña era el único puerto y el reparto de las rentas de la aduana generó una disputa que se zanjó después de casi medio siglo de luchas intestinas.

Con el paso de los años, las provincias ganaron en autonomía y desarrollo, aunque Buenos Aires conservó su posición dominante. Así nació el refrán “Dios es argentino, pero atiende en Buenos Aires”. (Una digresión: Si las provincias son el “Interior” ¿Buenos Aires es el “exterior”? No hay respuesta para eso) Antes de avanzar, aclaremos que existen dos entidades con el mismo nombre: la Ciudad de Buenos Aires, capital del país, cuyo gentilicio es “porteños”; y la Provincia de Buenos Aires, con capital en La Plata, cuyo gentilicio es “bonaerenses”. En torno a la Ciudad se apretujan una cantidad de localidades que, aunque pertenecen técnicamente a la Provincia, forman una unidad funcional con la Ciudad que se llama el Gran Buenos Aires o Área Metropolitana. Además, en la Argentina hay otras 22 provincias.

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El fútbol es el ámbito donde esta dicotomía menos ha evolucionado.

En 1867 se jugó el primer partido, en la Capital. Ya en 1890 se registran partidos en la provincia de Corrientes. Pero el primer torneo se jugó en 1891, entre 4 equipos de la zona metropolitana.

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Ese campeonato, que debería haber tenido carácter regional, se constituyó motu proprio en el campeonato nacional. Mientras tanto, se organizaban Ligas en Rosario (1905), Santiago del Estero (1906), Bahía Blanca (1908) y otros 38 puntos hasta 1929. Sin embargo, el concepto de FÚTBOL ARGENTINO se circunscribe hasta hoy a los torneos que siguieron a aquel de 1891 y que se disputaron entre equipos porteños y del Gran Buenos Aires.

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El fútbol provinciano fue invisibilizado. Sus representantes tenían vedado el acceso al círculo selecto. Mi abuelo me legó un librito muy interesante llamado Enciclopedia del Fútbol escrito por Borocotó, un prestigioso periodista rioplatense. De él me he valido para muchas de mis notas. Hay un capítulo dedicado a las primeras visitas de equipos del Reino Unido. En varias ocasiones, cuando se detallan las giras, se aclara “el partido con los rosarinos se disputó en Rosario y el match con los uruguayos en Montevideo” Es decir que se equipara la segunda ciudad argentina con la capital de un país vecino. Hasta ese extremo llegó la postergación del Interior.

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Recién en 1939 (48 años después del primer torneo), y tras arduo debate, se aceptó la incorporación de Newell’s Old Boys y Rosario Central a la elite. Casi medio siglo tardaron los equipos ajenos al área metropolitana en ser considerados parte del FÚTBOL ARGENTINO.

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La situación mejoró en parte en 1967 (76 años después del primer torneo) cuando se creó el Campeonato Nacional. En él participaban equipos provincianos, aunque todavía los de la zona metropolitana tenían privilegios. Por ejemplo, en 1981 San Lorenzo jugó el Nacional a pesar de haber perdido la categoría, mientras que los clubes del Interior debían pasar varias etapas clasificatorias para acceder al torneo. En 1985 (94 años del primer campeonato) se crearon la Primera División y la Primera B Nacional, donde se mezclan equipos porteños y provincianos. Sin embargo, la situación sigue siendo injusta. Explicaremos por qué.

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En la AFA hay ciudadanos de primera y de segunda. Según Wikipedia, en Argentina hay 3977 clubes de fútbol. Pero solamente 86 (2%) exhiben el título de “DIRECTAMENTE AFILIADOS” a la Asociación. De esos privilegiados, 21 (25%) son de la Ciudad de Buenos Aires, 45 (52%) del Gran Buenos Aires, 13 (15%) de lugares ubicados en la periferia del Gran Buenos Aires, uno (1%) del interior de la Provincia de Buenos Aires y 6 (7%) de la Provincia de Santa Fe. O sea que 79 se apelotonan en un área restringida a menos de 70 km de la capital. Los clubes del resto del país se inscriben en las Ligas Regionales y son, a través de estas, “INDIRECTAMENTE AFILIADOS” a la AFA. En la actualidad, hay 236 ligas. Para mayor confusión, un marcado localismo provoca que haya 71 ligas en Buenos Aires, 20 en Santa Fe, 19 en Córdoba y Entre Ríos, 11 en Corrientes y Salta, 9 en Catamarca, etc. Solamente Neuquén y Tucumán tienen una sola Liga. En Chubut, provincia patagónica de 500.000 habitantes, hay 3. Y para rematar el estorbo, hay ciudades (Rosario, Santa Fe, La Plata, Junín) que tienen a la vez equipos “DIRECTAMENTE AFILIADOS” y Ligas Regionales. Por ejemplo, los rosarinos Rosario Central y Newell’s pertenecen al círculo selecto, y Tiro Federal llegó a Primera desde la Liga Rosarina.

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¿Cómo hace un equipo de los “DIRECTAMENTE AFILIADOS” para llegar a la división superior? Si arranca de la última categoría (1ºD) competirá con 18 equipos para subir al 1ºC (20 equipos), luego a 1ºB Metropolitana (21 equipos) y 1ºB Nacional (22), última división anterior a la principal. En resumen, 4 años y 154 partidos con viajes no mayores a las dos horas por tierra, al menos en las 3 primeras categorías. ¿Cuál es el camino de un equipo provinciano? Para empezar, deberá ganar su Liga (para no ir más allá y aclarar que algunas ligas tienen 1ºA y 1ºB) y accederá al Torneo Argentino C, donde buscará junto a ¡344 equipos! uno de los 21 ascensos (6%) al Argentino B. En este hay 136 equipos para 3 ascensos (2%) y luego al Argentino A, donde compiten 24 equipos. De allí, pasará a la 1ºB Nacional. Es decir, le tomará 5 años, competirá con 522 rivales y viajará miles de km por todo el país. Igual, siempre hay un ascenso garantizado para los clubes “DIRECTAMENTE AFILIADOS”. En la temporada actual, solo 4 (20%) de los 20 participantes de la 1º División arribaron desde una Liga Regional.

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Resulta muy extraño que el fútbol no pueda aggiornarse e imitar a otros deportes. El básquet, por caso, en 1984 creó la Liga Nacional (en la temporada 2013 solo hay 3 equipos del Área Metropolitana) y 20 años después fue subcampeón mundial, medalla de oro olímpica y tiene 10 jugadores en la NBA. Sucede que el ambiente del fútbol es muy conservador y “aristocrático”, en el sentido de que evita que las clases altas (léase clubes “DIRECTAMENTE AFILIADOS”) pierdan los derechos que se han atribuido durante 100 años, obviamente sin consultar al resto.

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Lo justo sería suprimir la discriminación entre “DIRECTAMENTE AFILIADOS” e “INDIRECTAMENTE AFILIADOS”, transformar el campeonato del área metropolitana en Liga Regional, crear los Campeonatos Provinciales (al estilo de los Campeonatos Estaduales de Brasil) y que con los campeones de estos se organice un verdadero Campeonato Nacional. Y si en este hay mayoría de equipos porteños, que esta llegue por superioridad deportiva y no por privilegios atávicos.

Termino apresuradamente este escrito, pues está por comenzar Rosario Central vs. Arsenal. Voy a sentarme frente al televisor con la esperanza de que los jugadores se olviden de las disquisiciones políticas y nos brinden una jornada llena de juego, lucha y gol. Hasta la próxima.

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A relaxing cup of café con leche.

Han pasado ya unos prudenciales días desde la última gran actuación de nuestra castuza político-deportiva en Buenos Aires pero sigue sin írseme de la cabeza el brillantísimo discurso de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella. Como una Carmencita Polo remasterizada, Anita explicó las bondades de Madrid como Sede Olímpica mediante comidas románticas y cafés con leche por el casco histórico de la capital española. Ustedes dirán que reirse de que un español no sepa inglés es como burlarse de que el cielo sea azul o de que el agua moje, pero al menos los pobretones tenemos la excusa de no poder contratar al carísimo y elitista Señor Terrence Burns para que nos lo enseñe a hablar correctamente. Y digo correctamente a sabiendas de que fue el Señor Burns el que aconsejó a la Botella que hablara mezclando español e inglés como si fuera una reguetonera de Puerto Rico vestida de Chanel y collar de perlas.

 

 

Dejando aparte el spanglish y la dicción, la forma de comunicar de la alcadesa de Madrid recuerda más a una clase de educación especial para disminuidos mentales que a la ceremonia final de adjudicación de unas Olimpiadas. En situaciones como ésta es donde se ve lo que son realmente nuestros políticos, una vez que salen de las fronteras españolas y dan rienda suelta a todo su gracejo y savoir-faire. Las toneladas de caspa invisible que le cayeron a Anita por las hombreras en la capital porteña me hicieron echar la vista atrás hacia otros castuzos políticos españoles que hicieron de la desvergüenza su mayor destreza en el campo de las lenguas.

El primer caso del que tengo conocimiento es el de aquel Señor bajito de Ferrol, que con voz de pito y andares cómicos gobernó a España durante casi 40 años. Su alocución al mundo diciendo que España era «güena» y la última reserva espiritual de Occidente no tiene precio.

 

 

Parece como si generaciones y generaciones de conservadores españoles (también los de la otra orilla pecan de lo mismo) hubieran ido al mismo maestro de inglés que Francisco Franco. Ya sea para vender una candidatura olímpica, ganarse el favor del electorado o presentarse ante sus accionistas extranjeros, la casta socio-política-deportiva española se ha rebozado en vergüenza ajena para lograr las más altas cotas de miseria intelectual.

¿Quién no recuerda al Señor Botín hablándole al mundo acerca de las beldades de su Banco Santander?.

 

 

Yo si fuera australiano y me ponen el video de este «chairman spikando así de bien» es que le compro las acciones que hagan falta antes de que me tachen de antiespañol, rojo y homosexual. Porque esa es otra, de tantos años encerrados en España, con los palmeros dándoles siempre la razón, la «élite» de este país ha desarrollado un espantoso mal perder y una enorme retahila de excusas infantiloides que harían enrojecer a más de un adolescente rebelde de Hermano Mayor. «Nos tienen manía…», «antiespañoles»,»injusticia»,»sobornos», «envidia» son palabras que resuenan demasiado en los discursos de esta gentuza que da mordisquitos pequeños pero constantes al Estado del bienestar, mientras viven a lo grande del erario público (ya sea por encima o por debajo de la cuerda).

COI madrid 2020

El inefable Jesús Gil también pertenece a este insigne grupo de mangantes-lingüistas, que con la excusa del deporte han robado a manos llenas apoyándose en la complicidad de muchos honorables hombres de Estado. El mítico Presidente del Atlético de Madrid era capaz de cualquier cosa: construir edificios que se derrumbaban matando a decenas de personas, ser un mafioso que amenazaba veladamente a cualquiera que le intentara quitar un negocio, fichar a un futbolista amateur africano por una millonada y tenerlo jugando en juveniles, pegar al vicepresidente del Compostela con el apoyo de sus guardaespaldas, robar de las arcas municipales marbellíes cientos de millones de euros…y por supuesto hablar en inglés como los ángeles cuando fuese menester.

 

 

Hasta el argentino Andrés Calamaro (otro balbuceante y sui generis hablante de inglés) le dedicó un par de estrofas al que pasa por ser uno de los iconos españoles de la caspa y la corrupción, que permanece aún vigente en la memoria colectiva de los habitantes de la Piel de Toro.

Vos, Gil, presidente, gerente,
superlógico, semen, turro,
épico, político, bizarro,
Charlot, tiempos modernos
mirar con tiempo es más viejo.
Jugando al límite
te puedes lesionar,
pero te morís jugando light.

España es ese país extraño que quiso andar más rápido de lo que le permitían sus piernas, gritando al mundo que ya era moderna,rica, europea, cosmopolita y genial. Pero a cada poco vuelve a sonar el NO-DO (eso sí, en color HD) y volvemos otra vez a sentir el peso de esa boina invisible que aunque interiorizada en la cabeza, sigue estando presente. La élite política de un país no deja de ser el espejo certero de su sociedad y en España todo sigue aún «atado y bien atado» como decía aquel hombrecillo de Ferrol en el ocaso de sus días.