Olimpiada de Amberes 1920.

Los éxitos de la selección española de fútbol no han sobrado a lo largo de la Historia. Hasta hace cuatro años nos teníamos que conformar con una Eurocopa en 1964, una medalla de Oro en los JJOO de Barcelona´92 y unos cuantos subcampeonatos más. La primera medalla de plata que consiguió España en fútbol fue la de la Olimpiada de Amberes en 1920. Lo curioso de esta medalla fue que España no llegó hasta la final para lograrla sino cayendo en cuartos de final y tras una rocambolesca repesca entre selecciones eliminadas. La historia tiene miga y habla bien a las claras de la situación del fútbol por aquellos años, en los que el amateurismo y la improvisación eran la tónica general.

España contaba en aquel equipo que fue a las Olimpiadas de Amberes con ilustres nombres como Zamora o Pichichi, siendo el resto de jugadores casi todos vascos. La Liga española aún no había sido creada y los equipos se asociaban en Ligas regionales como la que organizaba la Federación Norte que integraba a equipos vascos y cántabros. Aunque técnicamente eran profesionales por el nivel que mostraban, la realidad es que los españoles eran amateurs a ojos del Comité Olímpico. Recordemos que por aquellos tiempos las Olimpiadas estaban reservadas para deportistas «no profesionales» y que la inclusión de profesionales en la Competición acarreaba la descalificación.

La expedición española para Amberes 1920 estuvo formada por:

Zamora, Samitier, Sancho y Sesúmaga (Barcelona)

Eizaguirre, Arrate, Carrasco, Artola y Silverio (Real Sociedad)

Otero, Moncho Gil y Ramón González (Real Vigo Sporting)

Vallana y Pagaza (Arenas)

Belauste, Sabino, Pichichi y Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Eguiazábal y Patricio (Real Unión)

Vázquez (Racing de Ferrol)

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El primer encuentro que disputaron los españoles en aquella Olimpiada de 1920 coincide con su estreno internacional. El partido en cuestión fue contra un hueso duro de roer: Dinamarca, vigente subcampeona olímpica por aquellos tiempos y que contaba con un equipo muy poderoso físicamente que dificultó muchísimo las cosas a los ibéricos. Finalmente vencería España por 1-0,  gol de Patricio.

Tras aquel encuentro y rememorando el «Saqueo de Amberes» un periodista definió la actuación de España como la «Furia española». Hay que recordar que España durante su época de esplendor imperial tuvo en Flandes una de sus posesiones más preciadas. Durante el mandato español se sucedieron incontables revueltas, una de las cuales fue causada por los Tercios españoles en Amberes, por no poder hacer España frente a sus salarios. Los Tercios saquearon la ciudad, matando a quien se resistiera a sus deseos. A pesar de estos incidentes tan tristes (habituales en cualquier rincón del mundo por aquellos tiempos) aún hoy los habitantes de Amberes (Antwerp) se siguen llamando a sí mismos «senjoren», influencia de la palabra española «Señor».

ayuntamiento amberes

Con estas crónicas épicas de la prensa internacional sobre el equipo español, se llegaría al encuentro decisivo de cuartos de final contra la anfitriona Bélgica. Los Tercios españoles en esa ocasión no pudieron con los belgas y sucumbieron por 3-1 en el Estadio Olímpico de Amberes ante 18.000 espectadores. En teoría hasta aquí había llegado la participación española en esta Olimpiada. Pero el destino quiso que los españoles tuvieran una segunda oportunidad para no salir de Bélgica con las manos vacías.

Durante la final entre Bélgica y Checoslovaquía se produjeron una serie de incidentes que enfadaron a los checoslovacos, que acabaron abandonando el césped en el minuto 39 de juego, con marcador 2-0 en su contra. Alegaban para ello, una actuación muy parcial del árbitro inglés a favor de Bélgica. Esto, unido al maltrato al que habían sido sometidos por parte de público local, derivó en la retirada y posterior descalificación de Checoslovaquia. Hay que recordar que la Primera Guerra Mundial estaba recién terminada y que Checoslovaquia era uno de los países que se habían formado por la descomposición de Austria-Hungría, la cual había invadido Bélgica con el apoyo de Alemania. Las bajas en Bélgica fueron cuantiosas y el odio que desarrollaron hacia los invasores fue tal que lo acabaron pagando con Checoslovaquia en aquella final de la Olimpiada, dos años después de finalizar el conflicto.

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Con la medalla de plata desierta, se produce una repesca para determinar de quién sería finalmente el subcampeonato. Ahí es donde emerge España, que vence primeramente a los equipos que habían quedado eliminados en cuartos de final. En el primero de ellos se enfrenta a Suecia en un violentísimo choque que acabó cayendo del lado español (2-1) tras el mítico gol de Belauste precedido de la frase «A mi, Sabino,que los mato». En el segundo encuentro, España se midió a Italia a la que derrotó por 2-0, para acabar enfrentándose a Países Bajos en una especie de pseudofinal Olímpica que determinaría quien era medalla de plata y quien de bronce. Países Bajos habían alcanzado la final de repesca por incomparecencia de Francia (la otra semifinalista eliminada). Una auténtica chapuza.

La Furia Española se vuelve a imponer en Flandes y derrota a los Oranje por 3-1, con dos goles de Sesúmaga y otro de Pichichi. España, que había sido eliminada en cuartos de final, había conseguido colgarse la medalla de plata. Noventa años después de aquello, España y Países Bajos se volvieron a encontrar y otra vez la moneda cayó del lado español gracias a un chico pálido y tímido, mucho menos rudo que Belauste.

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