En la actualidad tendemos a pensar sobre el fútbol de hace décadas de una forma romántica… «se sentía la camiseta,se jugaba por amor al deporte,se jugaba fuerte pero noble»…y toda esa clase de clichés que se dicen de épocas pasadas que ya no volverán.Luego,nos damos cuenta que nada de eso es cierto,al menos no tan cierto para decirlo de modo categórico…los jugadores se cambiaban de equipo o incluso de selección nacional por dinero ( como Di Stefano o Puskas) y ocurrían partidos como el Chile-Italia en 1962,que muestran a las claras,que la violencia sobre el terreno de juego no la inventó Vinnie Jones o Pepe.
El Chile-Italia de 1962 (bautizado posteriormente como «La Batalla de Santiago») tuvo lugar en el Mundial disputado en el país austral y pasó a la historia como uno de los partidos más violentos que se hayan visto jamás en este deporte.
Pero como siempre,lo mejor es ponernos en antecedentes para entender mejor por qué sucedió algo así….
Chile había sido elegida para ser la sede de la fase final del Mundial 1962,a pesar de las deficientes infraestructuras que presentaba el país,infraestructuras que aún se hicieron más precarias con el terremoto de Valdivia de 1960.El Mundial pudo haberse mudado de país pero quizá era demasiado tarde para cambiar de sede faltando tan solo 2 años para el comienzo del Campeonato.El Mundial tuvo lugar en unas condiciones muy austeras en comparación con el anterior de Suecia.
El equipo local,fue encuadrado en el grupo 2 con las selecciones de Alemania,Suiza e Italia.Un difícil grupo para los locales,sin ninguna duda.Tras el debut con victoria ante los helvéticos por 3-1,llegaba el encuentro clave contra Italia que en caso de perderlo pondría muy cuesta arriba su continuidad en el Mundial.
Para caldear el ambiente antes del decisivo partido,la prensa chilena sacó a colación un artículo que unos meses atrás había sido publicado en «Il Resto del Carlino» con el desafortunado título de «Santiago, el confín del mundo: «La infinita tristeza de la capital chilena» :
En vano los chilenos, como para consolar a los italianos, dicen que Santiago se parece a Turín[…] Y ello tal vez para tratar de hacer olvidar la realidad de ésta capital, que es el símbolo triste de uno de los países subdesarrollados del mundo y afligido por todos los males posibles: desnutrición, prostitución, analfabetismo, alcoholismo, miseria… Bajo éstos aspectos Chile es terrible y Santiago su más doliente expresión, tan doliente que pierde en ello sus características de ciudad anónima. (Extracto del texto de «Il Resto del Carlino» )